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COLUMNA LUMBAR: Anatomía y biomecánica

El raquis lumbar consta de cinco vértebras: L1, L2, L3, L4 y L5. Desde un punto de vista biomecánico hablamos de la columna lumbosacra como unidad funcional: columna lumbar, sacro y cóxis.

La región lumbar es la parte de la columna que más peso soporta, por eso sus vértebras son las más voluminosas, y los discos intervertebrales los más gruesos.

Las vértebras lumbares forman una curvatura de convexidad anterior denominada lordosis lumbar. Es frecuente el aumento de esta curvatura, es lo que conocemos como hiperlordosis lumbar. Menos frecuente es el aplanamiento de la misma o rectificación de la lordosis.

Al igual que en el resto de la columna, las vértebras lumbares están separadas por los discos intervertebrales (DIV). Los DIV de la región lumbar son los más gruesos, ya que tienen que soportar fuerzas de mayor intensidad, debido a que sobre ellos cae más peso, los impactos que amortiguan son mayores (la fuerza de amortiguación del impacto depende del peso y de la longitud del segmento); y a que la región lumbar tiene una movilidad elevada.

Esta elevada movilidad de la que disfruta el raquis lumbar, sumado a la gran carga que tiene que soportar, hace que sea en esta región de la columna donde más frecuentes son las protusiones y hernias discales.

Otro aspecto importante de la columna lumbar es su relación biomecánica y neuromuscular con la cadera y los miembros inferiores. La columna lumbar está unida al sacro (articulación L5 – S1); el sacro con las caderas (articulaciones sacroilíacas), formando la cintura pélvica; y evidentemente, las caderas están unidas con las extremidades inferiores a través del fémur (articulación coxo-femoral). A nivel neuromuscular, conviene recordar, que toda la inervación ascendente (sensitiva) y descendente (motora) de los miembros inferiores depende de las raíces nerviosas situadas a nivel lumbar; es decir la sensibilidad y la movilidad de las piernas depende de estas raíces nerviosas.

Esta relación de la columna lumbar con la cintura pélvica y con los miembros inferiores (MMII) es importantísima a la hora de realizar un diagnóstico. Cuando existe un problema lumbar, casi siempre está afectada la cadera y viceversa; aunque en ocasiones es imposible saber cuál de las dos alteraciones es la causa y cuál la consecuencia. Lo mismo ocurre con las piernas: un problema de rodilla, de tobillo o cualquier patología que genere dolor en los MMII y por lo tanto una alteración en la marcha, si no se trata a tiempo, desencadenará problemas en la región lumbar, ya sean musculares (los más frecuentes) o articulares. Las conocidas “ciáticas” no son más que una compresión de un nervio sensitivo que genera dolor irradiado por todo su territorio.

Por ello, cuando existe dolor, hay que ponerse en manos de un profesional que nos realice una exploración para detectar qué estructuras están afectadas y así poder pautar un tratamiento adecuado.

Los fisioterapeutas de Fisio at Home, le harán una exploración exaustiva, buscando las posibles causas de su dolor y proponiéndole un tratamiento individualizado.

PATOLOGÍA DEL DISCO INTERVERTEBRAL: FISURA, PROTUSIÓN Y HERNIA

Para entender las lesiones que pueden sufrir en los discos intervertebrales, es fundamental conocer a grandes rasgos qué son estas estructuras.

El disco intervertebral (DIV), es una almohadilla gelatinosa que se encuentra entre vértebra y vértebra, evitando el choque óseo y amortiguando las cargas verticales.

El DIV se compone fundamentalmente de dos partes, el núcleo pulposo y el anillo fibroso que se encuentra alrededor del mismo.

Es importante recordar, que el DIV y sus estructuras no están inervadas, por lo que no duelen. El dolor asociado a las lesiones del DIV  se deben a la contractura y compresión de las estructuras adyacentes (músculos y raíces nerviosas), así como a las alteraciones posturales que suelen tener estos pacientes.

Las lesiones del DIV son principalmente 3: la fisura, la protusión y la hernia.

Hablamos de fisura discal cuando el anillo fibroso se desgarra y por lo tanto es invadido por el núcleo. Aunque esta lesión, conlleva mayor riesgo de protusión y hernia, no produce ningún tipo de sintomatología, y cuando se diagnostica, suele ser de manera casual al hacer un estudio de imagen por otras causas.

En la protusión, el núcleo se deforma impactando contra el anillo, que también se deforma. La protusión, puede generar un compromiso de espacio con otras estructuras, de modo que son frecuentes los síntomas radiculares y las contracturas de la musculatura periarticular.

Cuando el anillo fibroso llega a romperse y se sale el núcleo fuera de la articulación, se produce una hernia discal o hernia de disco.

Tratamiento de las lesiones discales.

No existe una cura para este tipo de lesiones, pero sí existe tratamiento para reducir los síntomas.

En general, se intenta no operar, ya que ni la cirugía en estos casos es una buena solución. De modo que, un paciente será candidato a cirugía si existe compromiso nervioso o riesgo del mismo, o si los síntomas neurológicos son muy fuertes aunque el riesgo de compresión medular no sea muy elevado. El riesgo de compromiso nervioso lo establece el traumatólogo y/o el neurocirujano en función del tipo de lesión, de las características y el estado de salud del paciente y de su estilo de vida.

La cirugía fundamentalmente consiste en eliminar el DIV (discectomía). Este procedimiento quirúrgico puede llevarse a cabo mediante diferentes técnicas: discectomía percutánea, endoscópica o con láser, quimionucleosis, microdiscectomía endoscópica… La discectomía suele requerir la fijación de la articulación lesionada, eliminando la movilidad del segmento afectado. En caso de necesitar cirugía discal, consulte con su neurocirujano, él le asesorará sobre si está o no indicada la cirugía y sobre el procedimiento más adecuado para su caso.

Si no hay compromiso nervioso, se intenta paliar el dolor y las contracturas y alteraciones posturales con: buenos hábitos posturales y de descanso, terapia manual, ejercicios, calor, analgésicos…

Fisioterapia y discopatías.

El 85% de las hernias discales agudas mejoran sin tratamiento quirúrgico.

La Fisioterapia en las hernias y protusiones discales tiene como objetivo REDUCIR AL MÁXIMO O PALIAR LOS SÍNTOMAS Y LESIONES ASOCIADAS A LA DISCOPATÍA.

Las personas con lesiones discales, suelen presentar contractura uni o bilateral de la musculatura paravertebral (60% de los casos), escoliosis y otras asimetrías (descenso de las costillas y de la escápula, elevación de la cresta iliaca…) debidas a las contracturas y el dolor, atrofia y debilidad de la musculatura paravertebral y/o abdominal.

Es aconsejable instaurar en estos pacientes unos hábitos de higiene postural adecuados, así como un programa de ejercicios adaptado. Además, pueden beneficiarse de la terapia manual, de los vendajes neuromusculares y de los ejercicios adaptados del método Pilates.

Estas personas, pueden beneficiarse enormemente de la Fisioterapia a domicilio. Uno de los principales motivos de abandono de los tratamientos crónicos de Fisioterapia, es la dificultad para acudir al centro de Rehabilitación de una manera continuada.

Fisio at Home le ofrece esta posibilidad, poniendo a su disposición y en su propio hogar los mejores profesionales, que le atenderán de una manera totalmente individualizada.